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En una sociedad hiperconectada, donde la sobrecarga informativa convive con la proliferación de contenidos no contrastados y narrativas emocionales, la desinformación se ha convertido en uno de los principales retos de nuestro tiempo. Según el Reuters Institute Digital News Report, el 58% de los ciudadanos manifiesta preocupación sobre qué es real y qué no al leer noticias online, y cerca del 40% evita informarse a veces o con frecuencia: el porcentaje más alto registrado hasta la fecha. En los ámbitos de la ciencia y la salud, esta situación resulta especialmente alarmante: más de uno de cada cuatro españoles admite haber recibido información falsa sobre estos temas, siendo las redes sociales el principal canal de difusión.
En este contexto, Pfizer España ha celebrado la III edición de “Esto es ciencia, no ficción”, una iniciativa orientada a divulgar conocimiento riguroso y acercar a la sociedad la ciencia más innovadora y sus últimos avances. Bajo el título “La lucha contra la desinformación, fortaleciendo la confianza en la ciencia”, el encuentro ha reunido a referentes del ámbito de la divulgación, el periodismo y la comunicación científica como David Botello, Marc Amorós y Laura Chaparro, con el objetivo de compartir herramientas y estrategias para mejorar la forma en que se comunica la ciencia y facilitar que la información veraz llegue de manera clara y accesible a las audiencias, contribuyendo así a frenar la desinformación. Una necesidad urgente si se tiene en cuenta que cerca del 60 % de las personas afirma tener dificultades para identificar cuándo una noticia es verdadera o falsa.
Según un estudio de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología, (FECYT) más de uno de cada cuatro españoles admite haber recibido información falsa sobre ciencia y salud, siendo las redes sociales el principal canal de difusión
Estudios recientes muestran que las empresas científicas y sanitarias están ganando credibilidad frente a otros organismos, lo que fortalece nuestro compromiso de generar confianza y fomentar una ciudadanía más informada y crítica. En este contexto, Maite Hernández, directora de Comunicación de Pfizer España, ha destacado la responsabilidad de la compañía con la transparencia y la divulgación de calidad: “En Pfizer creemos firmemente que la ciencia debe ser accesible, comprensible y fundamentada en datos y hechos contrastados. En esta tercera edición, hemos querido centrar nuestro esfuerzo en la lucha contra la desinformación, que representa una amenaza tanto para la salud pública como para el progreso científico.”
El divulgador y presentador del programa El Punto sobre la Historia, David Botello, ha ofrecido una ponencia en la que ha recorrido 3.000 años de narrativas, comunicación persuasiva y estrategias de influencia en el ámbito político. Desde los templos de Ramsés II hasta las campañas enfrentadas entre Edison y Tesla durante la llamada "guerra de las corrientes", ilustró cómo el control de la opinión pública ha sido una constante a lo largo de los siglos.
Para Botello, “la manipulación del relato ha sido una herramienta clave del poder para influir en la sociedad, y entender esta historia nos ayuda a enfrentar con más perspectiva los desafíos actuales de la desinformación”.
Uno de los momentos más destacados de su intervención ha sido el análisis del caso de Juan de Escóiquiz, figura clave en la España del siglo XIX, cuyas tácticas comunicativas anticipaban mecanismos muy similares a los que hoy observamos en entornos digitales.
“La desinformación no nació en las redes sociales ni en los medios online. Ni siquiera en la imprenta. El relato ha sido manipulado desde siempre, y la ciencia no ha estado exenta”, ha señalado. En su repaso, ha incluido episodios en los que determinados avances científicos fueron objeto de desconfianza o tergiversación, como las críticas iniciales a la vacuna de Jenner o la controversia social generada en torno a las teorías de Darwin.
Por su parte, Marc Amorós, periodista y experto en desinformación, centró su intervención en el análisis del panorama actual de las ‘fakes news’ dentro de la industria de la desinformación, explicando cómo las noticias falsas han dejado de ser casos aislados para consolidarse en un sector que se alimenta de las emociones del público. “Vivimos una era dorada de la desinformación, donde los contenidos manipulados priorizan el impacto emocional y dificultan la construcción de consensos necesarios para enfrentar los grandes desafíos globales”, ha afirmado.
Asimismo, ha apuntado que la industria de la desinformación busca influir en el ciudadano, transformándolo en un consumidor pasivo de información, moldeando el imaginario colectivo y debilitando la confianza en las evidencias científicas, académicas y periodísticas. “La desinformación no solo distorsiona la realidad, sino que también limita nuestra capacidad para responder de manera colectiva y racional a los retos que enfrenta la sociedad”.
Laura Chaparro, periodista especializada en información científica y responsable de redacción del Science Media Centre España (SMC) de FECYT, ha abordado en su intervención el papel crucial que desempeñan los medios y la ciudadanía frente a la desinformación en temas científicos. Basándose en estudios recientes, ha destacado que una de cada cuatro personas ha recibido información falsa sobre ciencia recientemente, especialmente en áreas sensibles como vacunas, cambio climático y nutrición.
Para Chaparro, “la mayoría de estos contenidos engañosos circulan principalmente por redes sociales, mientras que las fuentes más fiables siguen siendo la radio, la prensa escrita y los expertos”. Además, enfatizó que “la alfabetización mediática es clave para proteger a la población, y que el nivel educativo influye en la capacidad para evaluar la veracidad de las noticias”.
Sin embargo, la comunicación científica enfrenta retos adicionales: el 51 % de los científicos españoles ha sufrido ataques en redes sociales al hablar de ciencia, lo que ha llevado a más del 16 % a abandonar temporal o permanentemente su actividad divulgativa, un dato preocupante que refleja las dificultades actuales para transmitir conocimiento riguroso5.
A estos desafíos se suma la importancia de la confianza en las fuentes de información. Según un estudio reciente publicado en Nature, la credibilidad de la fuente es decisiva, especialmente entre públicos con vínculos institucionales más fuertes. Además, mayores niveles de confianza en instituciones como la Unión Europea se relacionan con una menor creencia en afirmaciones falsas y una menor disposición a compartir desinformación6.
“Estos hallazgos evidencian que la lucha contra la desinformación debe ir más allá del simple desmentido o prevención, centrándose también en reforzar la confianza institucional como una estrategia clave”, ha declarado.
Para abordar este contexto, Chaparro presentó la labor del SMC España como un puente esencial entre la comunidad científica y los medios de comunicación, facilitando el acceso a fuentes expertas, organizando sesiones informativas y desarrollando recursos para periodistas y ciudadanía. “El objetivo del SMC es mejorar la conversación pública sobre ciencia y salud, especialmente en un entorno social marcado por la polarización”, concluyó.
Como cierre, tras las ponencias se abrió un espacio de diálogo con el público en el que se plantearon cuestiones clave sobre el impacto de la desinformación, tanto en el ámbito de la salud como en la sociedad en general. Los asistentes reflexionaron sobre cómo la desinformación puede influir en las opiniones y decisiones de las personas, reducir la confianza en el conocimiento experto y dificultar la toma de decisiones bien informadas. Este intercambio evidenció la importancia de seguir promoviendo el acceso a información rigurosa y confiable para fortalecer una sociedad mejor informada y preparada.
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