Revista
Por: Dra. Victoria Martín
La industria de los alineadores ha crecido a una velocidad asombrosa desde que comenzó hace 24 años y más de 17 millones de pacientes (1) en el mundo han sido tratados con este sistema.
Los alineadores son una alternativa muy atractiva a los tratamientos con brackets. Sin embargo, es un sistema que necesita muchos recursos y genera demasiados residuos.
Las empresas líderes utilizan el mismo sistema de producción y envío. El procedimiento comienza cuando el ortodoncista toma fotos, radiografías y modelos de su paciente. Luego los envía al proveedor de alineadores, junto con una prescripción de los objetivos del tratamiento.
La empresa de alineadores crea una simulación del plan de tratamiento, conocida coloquialmente como ClinCheck, donde se muestra el número de alineadores que supuestamente serán necesarios para conseguir la corrección completa de la maloclusión. Cada alineador realiza un movimiento de 0,25 mm, por lo que cuanto más complejo sea el caso, más alineadores serán necesarios.
Una vez que el ortodoncista ha modificado y aprobado el plan de tratamiento virtual, el fabricante producirá y enviará desde distintas partes del mundo todos los alineadores a la vez, con un máximo de 99 alineadores por envío.
Los ortodoncistas no pagan por el número de alineadores, sino por cada paciente; cuanto más complejo es el caso, mayor es el precio que pagan al fabricante.
Esta política es justa para el paciente y el dentista, ya que de esta forma los ortodoncistas pueden garantizar el éxito del tratamiento, independientemente del número de alineadores fabricados.
Si, por ejemplo, para un caso complejo se encargan 80 alineadores, pero después de 30, se comprueba que los alineadores no se adaptan bien y que la estrategia de tratamiento no está funcionando, se suele pausar el tratamiento y pedir nuevos alineadores.
No es fácil predecir estas situaciones donde los alineadores no se adaptan bien, ya que en ellas intervienen muchos factores. (2)
Quizás el desajuste del alineador se deba a que el alineador no transmite suficiente fuerza o tal vez las coronas clínicas son demasiado cortas, o bien sea porque el hueso está demasiado mineralizado. También puede producirse porque existen microcolisiones entre los dientes o que el paciente haya perdido la motivación y no use los alineadores durante suficientes horas. Sea cual sea el motivo, si la estrategia no funciona no tiene sentido continuar.
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Por lo tanto, será necesario un cambio de estrategia y establecer nuevos objetivos con el paciente, encargando nuevos alineadores y desechando un gran número de alineadores sin usar.
En algunos casos, se desperdician incluso más alineadores que los alineadores que realmente reciben los pacientes.
¿Tiene realmente sentido producir tantos alineadores a la vez? El paciente ni siquiera ha llegado a ver todos esos alineadores restantes producidos, transportados y almacenados exclusivamente para él.
Esta política de producir todos los alineadores a la vez, independientemente del número, tiene como consecuencia una sobreproducción de alineadores y, por tanto, un mal uso de recursos y energía.
Producir más alineadores de los necesarios no sólo está “desalineado” con la crisis medioambiental y los objetivos de frenar el cambio climático, sino que también dificulta la práctica del ortodoncista en su día a día.
Desde el 2013 me dedico en exclusiva a la ortodoncia con alineadores y durante estos 11 años de experiencia me he enfrentado a esta situación muchas veces. Y no soy la única, todos los ortodoncistas que tratan casos complejos con alineadores tiran un gran número de alineadores sin usar, pero la mayoría no se han dado cuenta, porque no le prestan atención.
Ése fue mi caso durante mis dos primeros años tratando maloclusiones con alineadores transparentes, hasta que ocurrió algo: una de mis pacientes me dijo lo mucho que le gustaban sus alineadores, pero que también se había dado cuenta de la cantidad de basura que el sistema generaba. No supe qué contestarle.
Antes de esa conversación, nunca me había parado a pensar en ello. Soy una persona que se preocupa por la naturaleza, por no derrochar agua ni comida, llevo siempre que puedo una botella de agua rellenable y una bolsa reutilizable; y de repente me di cuenta de la cantidad de alineadores que estábamos tirando en la clínica.
De eso hace ya casi 10 años.
Después de aquella conversación en el 2015, empecé a prestar atención a los casos en los que desperdiciaba alineadores y empecé a utilizar una estrategia a la que llamé “divide y vencerás”.
Una vez que he terminado de diseñar el caso, solicito al técnico recibir los primeros 20-30 alineadores, antes de aprobar el plan de tratamiento. De esta forma encargo el número de alineadores que necesito para los diez primeros meses o el número que necesito para comprobar mi estrategia o el grado de colaboración de mis pacientes.
Además de reducir el impacto medioambiental relacionado con mi trabajo, esta estrategia tiene varios beneficios.
Pedir los alineadores en dos fases me permite adaptar fácilmente la estrategia de tratamiento sin tener una larga conversación con mi paciente en la que tengo que justificarme sobre por qué el plan de tratamiento no está funcionando, por qué no se adaptan los alineadores y, por tanto, por qué tengo que tirar todos esos valiosos alineadores que fueron producidos para él, a medida.
Además, esta estrategia me permite ahorrar espacio de almacenamiento en la clínica. ¿Realmente quiero almacenar los alineadores que mi paciente necesitará en un año o más? ¿O almacenar alineadores que quizás acaben directamente en la basura?
Desde el 2015 me esfuerzo en reducir el número de alineadores que desperdicio y en concienciar a mis colegas y a la industria de los alineadores sobre este problema.
He publicado 4 artículos, participado en dos podcast y he sido ponente en más de 20 eventos educativos del sector en 13 países, siempre con la esperanza de que algún día las principales compañías de alineadores se involucrarán y animarán a los dentistas a no pedir todos los alineadores a la vez y, con ello, ahorrar en costes de producción. [...]
Puede consultar este artículo al completo en el número 86 (Julio/Agosto 2024) de DM Dentista Moderno o descargar el pdf aquí.
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