Revista
Autores: Frank Schwarz e Ignacio Sanz Sánchez (artículo cedido por SEPA)
El uso de implantes dentales para soportar rehabilitaciones protésicas ha mostrado resultados satisfactorios en términos de la restauración de la función y de la estética, así como una alta supervivencia a largo plazo (Berglundh y cols. 2002). Sin embargo, los implantes dentales pueden perder hueso de soporte, incluso en los casos de una osteointegración satisfactoria. La principal causa de pérdida de hueso crestal alrededor de un implante es la inflamación local que se produce durante el desarrollo de las patologías periimplantarias. Estas enfermedades se definen como procesos inflamatorios en los tejidos que rodean un implante que se encuentra en función y osteointegrado, distinguiéndose dos entidades como distintos grados de severidad de la misma enfermedad: mucositis periimplantaria y periimplantitis.
La mucositis peiimplantaria se define como una lesión inflamatoria limitada a la mucosa que rodea el implante, mientras que en la periimplantitis la inflamación progresa hasta afectar al hueso crestal, con la consiguiente pérdida del mismo (Lindhe y Meyle 2008). Ambas patologías tienen una naturaleza infecciosa como consecuencia del acúmulo de un biofilm. Aunque las bacterias suponen el primer paso para el desarrollo de estas patologías, las características de la respuesta inflamatoria local y el desequilibrio entre bacteria y huésped son factores claves para el inicio del proceso destructivo que caracteriza a cada una de las entidades.
El objetivo, de este informe de un caso es explicar el protocolo quirúrgico y los pasos clínicos de una terapia combinada de cirugía resectiva y regenerativa para el tratamiento de una lesión periimplantaria avanzada.
El tratamiento de las periimplantitis requiere un abordaje quirúrgico. Independientemente de la técnica que se emplee, siempre se eleva un colgajo para acceder al defecto, desbridar el biofilm y el tejido infectado y descontaminar la superficie del implante. Este proceso básico se puede combinar con recontorneado del hueso, tejidos blandos y/o implantoplastia (cirugía resectiva) o con una técnica de regeneración ósea (Claffey y cols. 2008; Heitz-Mayfield y Mombelli 2014).
Aunque la evidencia disponible es muy limitada para determinar cuál es la técnica quirúrgica de elección en términos de predictibilidad del tratamiento, se puede dar algunas recomendaciones. Las características morfológicas del defecto óseo periimplantario pueden ayudar a seleccionar la mejor técnica quirúrgica para ese defecto. En este contexto, se ha desarrollado una clasificación de defectos periimplantarios que puede ayudar a la hora de establecer un árbol de decisiones terapéutico (Schwarz y cols. 2010).
En cuanto al sistema de descontaminación de la superficie del implante, la literatura señala que no existen diferencias significativas entre las distintas tecnologías, por lo que se recomienda emplear aquel sistema que permita eliminar correctamente todo el biofilm y cálculo. En cuanto al tipo de técnica regenerativa, no está definido cuál es el mejor material de regeneración, si las membranas barrera ofrecen un valor añadido o si son preferibles las técnicas sumergidas (Claffey y cols. 2008; Figuero y cols. 2014).
El enfoque quirúrgico combinando una técnica resectiva y una regenerativa basándose en las características morfológicas del defecto, parece ofrecer un tratamiento predecible en términos de restauración de la salud periimplantaria. No obstante, se necesitan más estudios con un mayor número de pacientes y con seguimientos a largo plazo que confirmen esta afirmación.
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