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Por: Dra. Elisabeth Casañas, especialista en Periodoncia de la Universidad Europea, y Dr. Carlos Lagares, coordinador Clínico Clínica Universitaria Odontológica de la Universidad Europea y experto en Microbiota
Desde que los antibióticos comenzaron a utilizarse en la práctica clínica se han establecido como medicamento esencial para tratar la mayoría de las infecciones bacterianas. Su uso ante cualquier infección es considerado un remedio infalible. El uso de antibióticos ha ido en aumento a nivel mundial en las últimas décadas. La mayoría de los antibióticos son prescritos a pacientes ambulatorios.
La evidencia científica indica que los dentistas son contribuyentes significativos a este grupo, prescribiendo alrededor del 10% de las dosis ambulatorias. Organismos como la Federación Internacional de Odontología (FDI) han comunicado la importancia de las prácticas de gestión antimicrobiana en odontología. Para optimizar el uso de antibióticos, comentan la necesidad de implementar programas de gestión responsable y otras estrategias de intervención. Han propuesto el establecimiento de marcos para la gestión antimicrobiana tanto en la educación dental como en la práctica. Por eso, debido al aumento de este problema a nivel mundial, diversas entidades europeas llegaron a un consenso para crear un plan estratégico para reducir el riesgo de acción y diseminación de la resistencia a antibióticos en el año 2014.
El odontólogo, como profesional sanitario, recibe una formación muy extensa que le lleva a adquirir un conocimiento amplio sobre fármacos para el uso en su práctica clínica. Empieza por la farmacología, y las posibles interacciones entre medicamentos; seguido de un conocimiento sobre las patologías que pueden afectar a nuestros pacientes. Dicha formación, junto a los años de experiencia, hacen que tenga una base para desempeñar su trabajo.
Las sociedades científicas, colegios profesionales y el Consejo de Dentistas nos proporcionan guías y protocolos para llevar a cabo una adecuada administración de dichos fármacos. Pero desde el incremento de resistencias a los antibióticos, el Consejo de la Unión Europea junto con otros organismos, entre ellos el Consejo de Dentistas de España, se han puesto de acuerdo para crear una iniciativa para concienciar sobre la importancia de un uso adecuado de los medicamentos. Las soluciones que se plantean no son sencillas. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Europea (CE) indican un planteamiento global y multidisciplinario.
Dicho esto, quizás deberíamos entender el impacto que tienen los antibióticos en la microbiota, y así implementar una iniciativa que sensibilice más al odontólogo y al paciente.
Para el mantenimiento de una buena salud bucodental es primordial la microbiota oral, un campo de estudio del que cada vez tenemos más conocimiento. La microbiota oral es segunda en complejidad y numérica después del intestinal, y fundamental para mantener una buena salud en general.
El uso indiscriminado de antibióticos de forma rutinaria y sin una justificación clínica sólida lleva consigo la destrucción de bacterias beneficiosas que nos ayudan a mantener el equilibrio del ecosistema oral, lo que llamamos eubiosis. Esta alteración del equilibrio llamada disbiosis es la clave para la instauración de infecciones oportunistas como la candidiasis oral y sobre todo puede potenciar la resistencia antimicrobiana para situaciones donde los antibióticos sean necesarios, convirtiéndose esto último en un problema de salud pública.
Un tema candente actual en la práctica clínica sería si es tan necesaria la profilaxis antibiótica y qué tipo de profilaxis, en un paciente sano sin patología asociada y con una boca en eubiosis a la hora de la colocación de implantes, si se sigue un riguroso protocolo de asepsia en la intervención. Guías como las de la American Dental Association (ADA) o la del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) en España señalan la limitación del uso de antibióticos a aquellos casos de pacientes con condiciones médicas graves o alto riesgo de infecciones sistémicas.
Por el contrario, los probióticos tienen un papel cada vez más importante para el cuidado bucodental, ayudando a mantener el equilibrio oral cuando se combinan con la toma de antibióticos, pero principalmente es importante para recobrar la pérdida de ese equilibrio después de la toma de los mismos o incluso del uso de antisépticos orales. En estos casos, cepas específicas de Lactobacillus reuteri y Streptococcus salivarius tienen un efecto preventivo y de restablecimiento de la eubiosis, disminuyendo la inflamación gingival y facilitando una recuperación más rápida y efectiva.
Para avanzar hacia un modelo más sostenible y seguro, es primordial que los odontólogos y otros profesionales de la salud nos rijamos por los protocolos más recientes de las guías de prescripción de antibióticos que abogan por restringir los mismos a los casos estrictamente necesarios. Asimismo, debemos educar a nuestros pacientes sobre la importancia de cumplir con las pautas de tratamiento y considerar alternativas como los probióticos para prevenir infecciones y mantener la salud de la microbiota oral. En conclusión, el abuso de antibióticos en odontología es un problema mucho más amplio que afecta a nivel de Salud Pública; no solo perjudica la microbiota oral, sino que también contribuye al preocupante problema de la resistencia antimicrobiana. Un enfoque más racional y el uso de terapias complementarias como los probióticos son esenciales para garantizar un futuro más saludable.
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