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Entrevistas a doctores/as

Entrevista a la Dra. Margarita Varela Morales, Consultora del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y Dr. Pablo García-Camba Varela, Jefe del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Dí

"El futuro de la Ortodoncia pasa por unir los aspectos científicos, tecnológicos y psicológicos, sin perder nunca la perspectiva bioética de nuestra profesión"

DRA. VARELA E HIJO FUNDACION JIMENEZ DIAZ
La Dra. Margarita Varela Morales, Consultora del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y el Dr. Pablo García-Camba Varela, Jefe del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
El Dr. Pablo García-Camba Varela, nuevo Jefe del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y su madre, la Dra. Margarita Varela Morales, anterior Jefe y ahora Consultora del mismo Servicio, nos hablan de su trayectoria profesional y de su visión sobre la evolución de la ortodoncia en los últimos años y sobre el futuro de la especialidad.

 

DM.- Acaba de asumir la jefatura del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, tras 18 años integrado en el mismo, primero como postgrado y después como adjunto. ¿Cómo ha sido ese recorrido de crecimiento profesional y personal? 

Dr. Pablo García-Camba Varela (Dr. P.G-C.V.).- Mi incorporación a la Unidad como alumno de postgrado en 2007, recién acabada la carrera de Odontología, fue un momento muy emocionante que siempre recordaré. Iba a formarme en el hospital que literalmente me vio nacer y que sentía como mi casa. A gran parte del equipo lo conocía desde la infancia y me hacía mucha ilusión pasar a formar parte de él, pero a la vez me preocupaba convertirme automáticamente en el “hijo de”, teniendo que demostrar a los demás (y a mí mismo) que merecía estar ahí. Nuestro postgrado fue siempre muy pequeño y familiar (solo 4 alumnos cada 3 años con dedicación exclusiva) y ¡no era fácil pasar desapercibido! Finalizado el postgrado, y poco después de concluir mi estancia de un año en Estados Unidos, en la Universidad de Nueva York, la Fundación Jiménez Díaz me contrató como adjunto. Una gran responsabilidad, porque tenía claro que me incorporaba a una institución muy exigente y de máximo prestigio. En poco tiempo hice el doctorado y otras estancias más cortas en el extranjero y seguí comprometido con los trabajos de investigación del Servicio y con la docencia de nuestros alumnos de postgrado, ya como jefe de estudios. Y, por supuesto, sin abandonar mi propia formación continuada y colaborando a la vez como profesor invitado en otras instituciones. En este momento tan importante de mi trayectoria profesional me siento muy honrado de que la Fundación Jiménez Díaz y el Grupo Quirón Salud me hayan encargado asumir la jefatura del Servicio de Ortodoncia. Supone todo un reto, porque tengo que estar a la altura y no es fácil. Pero sin perder de vista la historia de nuestra Unidad y la aportación extraordinaria de los anteriores jefes, el Dr. Juan Canut y la Dra. Margarita Varela; estoy muy motivado para iniciar esta nueva andadura abierto a los desafíos del presente. Afortunadamente tengo la suerte de contar con el apoyo de todo el equipo, sobre todo de nuestra adjunta, la Dra. María Marcianes, una estupenda ortodoncista formada con nosotros, y de la Dra. Varela, que seguirá trabajando como consultora con total dedicación a la clínica.  

DM.- Como responsable del servicio, ¿cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta, tanto a nivel profesional como de equipo? 

Dr. P.G-C.V.- Desde un punto de vista profesional, creo que la ortodoncia afronta un momento convulso marcado por una creciente banalización de la especialidad por parte de muchos medios bajo la influencia de algunas casas comerciales. Parece que cada vez se ven más propuestas que reducen la ortodoncia a simples productos de consumo. Como ortodoncista creo fundamental reivindicar el valor de nuestra especialidad como ciencia de la salud y transmitírselo así a nuestros pacientes y a la sociedad en general. 

En cuanto al equipo, tengo la inmensa fortuna de contar con el mejor: un grupo pequeño pero magnífico en el que todas las personas, desde las más veteranas hasta las que se han incorporado recientemente, demuestran una gran profesionalidad y generan un magnífico ambiente humano. Creo que eso no es casualidad, sino la consecuencia de un estilo de liderazgo marcado por la Dra. Varela donde priman la empatía, la comunicación y el respeto entre todas las partes.

"Me siento muy honrado de que la Fundación Jiménez Díaz y el Grupo Quirón Salud me hayan encargado asumir la jefatura del Servicio de Ortodoncia" - Dr. Pablo García-Camba Varela, Jefe del Servicio de Ortodoncia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz

DM.- ¿Qué objetivos o líneas de trabajo se ha planteado para esta nueva etapa al frente de la unidad? 

Dr. P.G-C.V.- Fundamentalmente dar continuidad al estilo que siempre nos ha caracterizado y, a la vez, potenciar la innovación. A pesar de los cambios no siempre positivos a los que estamos asistiendo en nuestra especialidad, mi objetivo es seguir innovando sin renunciar a primar el rigor científico en el enfoque de nuestros tratamientos. Para ello es fundamental no perder la ilusión por seguir aprendiendo siempre, estudiando, participando en congresos y cursos e implementando, tras su valoración crítica, las nuevas herramientas que van surgiendo. Algunas de ellas en pocos años posiblemente revolucionarán la manera en la que hoy entendemos toda la sanidad y también la ortodoncia. Otro objetivo importante es mantener la atención personalizada a nuestros pacientes y el trato cálido y humano con nuestro equipo. En este sentido, tal como yo lo he vivido en la Fundación dentro, pero también fuera de nuestro servicio, sé que liderar no es sólo dirigir, sino también crear las condiciones para que todos podamos dar lo mejor de nosotros mismos en favor de los pacientes y de nuestra propia satisfacción.  

DM.- Usted ha mencionado el peso del legado de su madre, la Dra. Margarita Varela, y del Dr. Juan Canut Brusola. ¿Qué ha significado para usted crecer profesionalmente bajo la guía de su madre como mentora? 

Dr. P.G-C.V.- Yo no coincidí con el Dr. Canut en activo, aunque conozco perfectamente la gran trascendencia de su figura y su legado en la historia de la ortodoncia en España y siento una gran admiración por él. En cuanto a mi madre, la Dra. Varela, ha sido mi mentora más exigente. Tenerla como referente ha sido una gran suerte para mí, pero también mucha responsabilidad.

Ella es una profesional excepcional. Incansable, trabajadora, estudiosa, con gran vocación científica y, al mismo tiempo, una persona empática y gran comunicadora. Esa combinación de rigor científico y calidez humana hace que todo el mundo a su alrededor la quiera y respete tanto profesional como personalmente. 

De ella he aprendido muchísima ortodoncia, pero también a tener una visión más médica de nuestra especialidad. Y a ser autoexigente, comprometido con el aprendizaje continuo y a luchar por mis metas, sin dejar jamás de lado la ética y el compañerismo. Puedo decir que haber crecido profesionalmente con una mentora así y hacerlo en la Fundación Jiménez Díaz, es un privilegio que me ha marcado para siempre.  

DM.- Teniendo en cuenta la historia de esta unidad, ¿cómo se vive la tradición dentro de un equipo que también busca estar a la vanguardia tecnológica y científica? 

Dr. P.G-C.V.- Siempre me han interesado mucho la tecnología y sus avances en todos los ámbitos, y trato de incorporarlos en mi día a día. Pero desde mi punto de vista, tradición y vanguardia no son incompatibles, sino complementarias. Los ortodoncistas formados en la Fundación Jiménez Díaz, un hospital universitario de larguísima historia y tradición clínica y con uno de los institutos de investigación biomédica más importantes de España, nos hemos contagiado de ese estilo verdaderamente propio, lo que nos ha dado una base muy sólida gracias a una forma de enseñanza marcada por la autonomía y la responsabilidad progresiva superponible al sistema MIR en Medicina. Yo, desde que me incorporé como staff al Servicio, asumí absolutamente esa “herencia” que, en mi opinión, se abre a los avances más vanguardistas de nuestra especialidad sin perder nunca la capacidad crítica ni nuestra identidad. La Fundación está a la vanguardia en numerosos ámbitos de la medicina y la investigación y recibe continuamente importantes reconocimientos nacionales e internacionales, así que me basta mirar a mi alrededor para tener valiosos modelos a los que, salvando las distancias, tratar modestamente de parecerme. (...)

DM.- ¿Cuáles son los mayores retos que enfrenta un líder ortodoncista todavía joven en una institución con tanta historia? 

Dr. P.G-C.V.- ¡El mayor reto es estar a la altura! La ortodoncia es una especialidad presente en la mayoría de los grandes hospitales europeos, pero no en muchos españoles. Nuestro fundador, Mis predecesores en el cargo también me han puesto el listón muy alto pero yo, que he tenido el privilegio de recorrer un camino único como “copiloto” de una gran mentora, confío en que estaré a la altura de la confianza que tantas personas, entre ellas nuestro Patronato Rector, nuestra dirección y nuestros pacientes, han puesto en mí para tomar el relevo.

DM.- La ortodoncia es una disciplina que no deja de evolucionar. ¿Qué cambios considera fundamentales para el futuro de la especialidad en España? 

Dr. P.G-C.V.- Quizá el cambio que considero más importante de cara al futuro es más filosófico que tecnológico: hay que recuperar la consideración de la ortodoncia como una parte trascendente de las ciencias de la salud, algo que amenaza con perderse. Las maloclusiones dentarias, asociadas con frecuencia con alteraciones del esqueleto maxilofacial, son problemas de salud que tienen por lo general un componente estético, pero que no se pueden considerar con frivolidad, ni por parte de los pacientes ni de los profesionales. 

A mí me preocupa profundamente la creciente banalización de la ortodoncia, visible no solo en la percepción por la sociedad del trabajo de los ortodoncistas, sino también en algunos enfoques formativos actuales. Muchos odontólogos jóvenes ya no buscan una formación sólida y profunda en ortodoncia, basada en principios biomecánicos, científicos y clínicos contrastados, sino que se conforman con adquirir nociones básicas a través de cursos ofrecidos por empresas comercializadoras de sistemas de alineadores. Esta aproximación limitada deja de lado técnicas tradicionales con eficacia demostrada y minimiza aspectos clave del diagnóstico y la planificación individualizada. Como consecuencia, puede comprometer la calidad de los tratamientos y aumentar el riesgo de complicaciones clínicas. 

Creo por ello que uno de los grandes desafíos para el futuro de la ortodoncia es reivindicarla como una especialidad compleja que requiere competencias en diagnóstico, planificación individualizada del tratamiento y control riguroso por parte de profesionales formados específicamente para ello. No debemos dejarnos influir por casas comerciales que prometen el “maná” y que a los ortodoncistas nos consideran simples proveedores, atreviéndose incluso a establecer y difundir, como estrategia de marketing, rankings de los profesionales basados, no en su calidad y logros científico/técnicos, sino únicamente en relación con el volumen de tratamientos que realizan con aparatos de dicha casa comercial. Ni siquiera evaluando los resultados de los mismos. 

Por otra parte, la formación continuada es algo fundamental en cualquier especialidad de la Odontología o la Medicina y en este momento en nuestro país está muy centrada en los sistemas de alineadores. Sin embargo éstos, siendo extraordinariamente útiles y un gran avance en nuestra especialidad, no son infalibles ni aplicables a todos los problemas que tratamos en ortodoncia. Por lo tanto, no podemos perder la perspectiva de que existen otros sistemas, que aunque algunos sectores de la industria quieran hacer ver como anticuados por intereses meramente económicos, siguen siendo herramientas muy útiles y con muchísimas indicaciones en nuestro día a día. Está claro que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y yo, como he dicho, soy un gran fan de esas valiosísimas nuevas herramientas, pero no debemos perder el juicio clínico. La IA, digitalización, nuevos materiales, softwares, etc., pueden ser fantásticos aliados, pero como cualquier sistema, deben tener evidencia científica detrás y estar siempre al servicio del clínico para beneficio del paciente y no del marketing. 

En definitiva ¿cuál es el futuro de la ortodoncia? Desde mi perspectiva pasa por unir los aspectos científicos, tecnológicos y psicológicos, sin perder nunca la perspectiva bioética de nuestra profesión.

DM.- Usted ha sido una figura clave en la ortodoncia española durante décadas. ¿Qué motivaciones personales la llevaron a especializarse en esta disciplina? 

Dra. Margarita Varela Morales (Dra. M.V.M.).- Decir que yo he sido una figura clave en la ortodoncia española es un juicio demasiado generoso... Yo solo tuve la suerte de formarme y colaborar con los mejores ortodoncistas, especialmente con el Dr. Juan Canut, mi inolvidable maestro. Él sí fue una figura fundamental en los inicios de la ortodoncia en España y lo siguió siendo durante toda su vida. 

Mi motivación y mi trayectoria hasta convertirme en ortodoncista no fueron convencionales. Cuando terminé la carrera de Medicina en la UAM, hice la residencia en Medicina Interna-Hematología en la Fundación Jiménez Díaz. En ese momento, muchos de los pacientes hematológicos eran niños y jóvenes con leucemias de muy mal pronóstico. Yo, siendo todavía muy joven, sufría enormemente al afrontar esa realidad, hasta el punto en que me plantée un cambio de especialidad. Tras un periodo de reflexión trabajando como médico de familia y tutor de residentes de medicina familiar y comunitaria, tuve un golpe de suerte que cambió mi vida: conocí al Dr. Juan Canut, quien me ofreció la oportunidad de formarme como ortodoncista con él y con el Dr. Javier Álvarez Carlón en la Fundación Jiménez Díaz. Pero antes tenía que hacer la especialidad de Estomatología. Un gran esfuerzo, desde luego, pero descubriría mi verdadera vocación: la ortodoncia hacía compatibles mi amor incombustible por la medicina, la aplicación de habilidades técnicas propias de la odontología que siempre me encantaron y la posibilidad de establecer relaciones cercanas y duraderas con los pacientes y sus familias. Nuestros tratamientos siempre tenían un final feliz y, además, se me daba la oportunidad de desarrollar toda mi carrera en la Fundación. ¡No podía pedir más! 

Cuando analizo mi evolución profesional pienso que con frecuencia el “segundo novio” nos hace mucho más felices que el primero.

DM.- Lideró durante años la Unidad de Ortodoncia del Hospital Jiménez Díaz. ¿Qué recuerda de los inicios y cuál considera que fue el mayor reto en aquel entonces? 

Dra. M.V.M.- Tuve el honor —y también el gran desafío— de suceder en la unidad de ortodoncia de la Fundación Jiménez Díaz al Dr. Juan Canut, una de las personalidades más carismáticas de nuestra profesión. Yo no podía reproducir ese carisma, pero sí podía aportar algo distinto: mi experiencia previa como médico especialista en la Fundación y en la asistencia primaria y mi compromiso absoluto de asumir como ortodoncista los tres pilares que el Dr. D. Carlos Jiménez Díaz estableció para todas las disciplinas al fundar nuestra institución: la asistencia, la docencia y la investigación. 

Mi mayor reto, pero también mi apuesta personal, fue mantenerme fiel a ese modelo institucional tan exigente, integrándome de forma exclusiva en el hospital, aunque eso significara tomar un camino muy distinto al de casi todos mis colegas y amigos dentistas, que ejercían como profesionales liberales.  

DM.- En un entorno médico históricamente dominado por hombres, ¿qué barreras enfrentó como mujer al abrirse camino y liderar un servicio hospitalario? 

Dra. M.V.M.- Hace unas décadas la medicina no era una excepción en cuanto al trato discriminatorio de la mujer. Sin embargo, tengo que decir que, una vez me hice ortodoncista, encontré desde el principio un apoyo total en la dirección de la Fundación Jiménez Díaz (FJD). 

La FJD siempre ha ido por delante en cuanto a calidad asistencial y nivel científico, pero en los últimos años hemos asistido a una modernización espectacular en el terreno de la gestión, incluyendo una creciente objetividad en la valoración de la mujer. De hecho, en este momento la dirección médica y otros puestos directivos y gerenciales clave de la Fundación están en manos de mujeres. La directora de Investigación también es una mujer y son mujeres las jefes de servicios tan importantes como Cirugía Maxilofacial, Urología, Cirugía Vascular, Hematología, Neumología o Endocrinología, por citar algunos. Está claro que lo que buscan los pacientes es excelencia profesional en lo clínico, lo tecnológico y lo humano, sin importarles si esa asistencia excelente se la presta un hombre o una mujer. Hoy el porcentaje de mujeres graduados en las facultades de Odontología, como en Medicina, es muy superior al de hombres y la sociedad ya admite con naturalidad que su dentista o su médico en cualquier especialidad sea en muchos casos una doctora.  

DM.- A lo largo de su carrera ha formado a generaciones de ortodoncistas como directora del Programa de Postgrado en Ortodoncia. ¿Qué ha significado para usted el rol de docente?

Dra. M.V.M.- Ha sido uno de los mayores privilegios de mi carrera. Tuve el honor de continuar el legado del Dr. Juan Canut, quien en los años 60 creó el primer programa de ortodoncia en España en la Fundación Jiménez Díaz con la colaboración de otro grandísimo ortodoncista, el Dr. Javier Álvarez Carlón. Nuestro programa, que siempre ha sido gratuito, ha seguido un modelo similar al de los programas MIR: una docencia viva, exigente, con inmersión total en la práctica clínica, dedicación exclusiva y participación en proyectos de investigación y formación continuada con posibilidad de convalidación parcial en estancias internacionales. El número de alumnos de nuestro programa ha sido siempre muy reducido —tres o cuatro por promoción—, lo que ha favorecido una convivencia cercana y muy enriquecedora. 

Me enorgullece profundamente ver cómo nuestros antiguos alumnos han desarrollado carreras brillantes en distintos ámbitos, dentro y fuera de nuestro país, y algunos han colaborado de forma totalmente desinteresada como profesores invitados en nuestro programa. Las últimas promociones han tenido como profesoras invitadas a las doctoras Kika Cotrina y Patricia Arrieta, magníficas ortodoncistas, a las que desde aquí mando un gran abrazo y toda nuestra gratitud. 

Tras la pandemia, decidimos pausar el programa a la espera de una regulación clara sobre la especialidad y la formación de postgrado en universidades, hospitales docentes y otras instituciones cualificadas.  

DM.- ¿Cómo ha visto evolucionar la formación especializada en ortodoncia y qué desafíos formativos cree que aún existen hoy? 

Dra. M.V.M.- En España la formación especializada en ortodoncia ha evolucionado significativamente desde los modelos iniciales de enseñanza no regulados, a programas más estructurados en distintas universidades públicas y privadas. Aun así, persisten desafíos importantes: 

1. En España, la ortodoncia aún no se reconoce como especialidad de la odontología como sí sucede en la mayoría de los países de nuestro entorno, lo que crea inseguridad jurídica y profesional. La Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) y la Asociación Española de Ortodoncistas (AESOR), junto con otras entidades, trabajan activamente para alinearnos con la normativa europea. 

2. La formación de los ortodoncistas debe incorporar de forma efectiva nuevas herramientas que se incorporan con rapidez a nuestra práctica. Muchos programas aún no preparan al ortodoncista para el entorno clínico altamente digitalizado que ya está presente, por lo que no se está ofreciendo a los jóvenes profesionales una formación homogénea e independiente en esas áreas.

3. En este momento la práctica clínica de la ortodoncia no está regulada y proliferan los cursos de corta duración patrocinados por plataformas comerciales que ofrecen formación sin la debida supervisión y acreditación. 

En definitiva, es crucial avanzar hacia una formación oficialmente regulada, actualizada y ética, que garantice una ortodoncia de calidad para todos los pacientes de acuerdo siempre con la normativa europea.[...]

Puede consultar esta entrevista al completo en el número 95 (Junio-Julio 2025) de DM Dentista Moderno o descargar el pdf aquí.

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