Revista
DM.- Usted es catedrático en Biología Celular, neurocientífico y un prolífico divulgador. ¿Cuándo y por qué comenzó su pasión por contar la ciencia a través de las palabras?
Prof. Dr. José Ramón Alonso (Prof. Dr. J.R.A.).- La escritura fue una forma natural de conectar dos vocaciones: la científica y la literaria. Mi pasión por la ciencia comenzó muy pronto, de niño, un muchacho que soñaba con ser investigador y entender mejor la naturaleza y que era un lector compulsivo y entusiasta. Después me dediqué como investigador a hacer ciencia, en el ámbito de la Biología y la Neurociencia. La pasión por llegar a la sociedad surge de una preocupación al darme cuenta de que las personas interesadas en la ciencia somos una minoría. Vivimos en una época con un desarrollo tecnológico espectacular, pero compartimos este planeta con terraplanistas, antivacunas y bebedores de lejía. Creo en la figura del servidor público y pienso que una de mis obligaciones es contar la ciencia en un lenguaje que emocione, divierta e instruya, que acerque la ciencia a la sociedad.
DM.- ¿Cómo compagina su carrera académica con la escritura? ¿Qué le aporta cada una de estas facetas?
Prof. Dr. J.R.A.- No lo veo como dos caminos separados, sino como vasos comunicantes. La docencia y la investigación me obligan a estar actualizado, a mantenerme crítico; la escritura me permite pensar con perspectiva, ordenar las ideas, explorar mundos diversos y dar profundidad a lo aprendido. Es un equilibrio entre la precisión académica y la creatividad divulgativa.
DM.- En un mundo donde la inmediatez manda, ¿por qué sigue apostando por el libro como vehículo de divulgación científica?
Prof. Dr. J.R.A.- Uso muchos canales: radio, podcasts, redes sociales... Pero el libro tiene un aroma especial, permite respirar. No se trata solo de información, sino de comprensión, de contexto. Un libro te permite acompañar al lector en un viaje más largo, más pausado, donde la ciencia se puede entrelazar con la historia, la filosofía, el cine…. En este tiempo de estímulos fugaces y atropellados, escribir libros y leerlos son pequeños actos de resistencia.
DM.- Muchos profesionales de la salud tienen un gran conocimiento, pero no se animan a divulgar. ¿Qué consejo les daría para dar ese salto?
Prof. Dr. J.R.A.- Que no se pierdan ese disfrute. Divulgar no es “rebajar” el conocimiento, es compartirlo. Todos sabemos poco de la mayoría de los temas y los profesionales de la salud suelen tener historias que contar y un enorme conocimiento. Contar lo que sabes a quienes no lo saben es una forma de devolver a la sociedad lo que ella ha hecho por ti. Y además, es una experiencia profundamente gratificante. Escritor y lectores formamos un círculo de amigos invisibles. ¡Que se animen!
Creo en la figura del servidor público y pienso que una de mis obligaciones es contar la ciencia en un lenguaje que emocione, divierta e instruya, que acerque la ciencia a la sociedad
DM.- Su último libro se adentra en la historia de los dientes y los dentistas. ¿Cómo surgió la idea de abordar este tema tan específico pero al mismo tiempo universal?
Prof. Dr. J.R.A.- Surgió, como muchas ideas, por un cruce entre la curiosidad y la sorpresa. Vi una imagen de una mandíbula con caries de un neandertal y me pregunté: ¿Qué sabemos realmente sobre la historia de nuestros dientes y sus tratamientos? Es un tema cotidiano, universal, que todos experimentamos..., pero del que sabemos poco. Ahí supe que había una historia por contar.
DM.- ¿Qué parte del proceso de documentación le resultó más sorprendente o fascinante?
Prof. Dr. J.R.A.- Me fascinó descubrir cuánto de lo que hoy damos por sentado fue, durante siglos, objeto de superstición, tortura o ignorancia. La historia de la odontología está repleta de curiosidades: desde dientes de animales trasplantados hasta instrumentos de extracción dignos de una novela de terror, pasando por los adornos dentales de los cantantes de hip-hop. Del ratoncito Pérez a los dentistas del Tercer Reich hasta las mujeres japonesas y su costumbre de ennegrecerse los dientes para aumentar la belleza de sus rostros blanqueados con polvo de arroz. Pero también hay un relato humano: el del esfuerzo por aliviar el dolor, ayudar a un semejante y mejorar su vida.
DM.- ¿Cuáles son las anécdotas históricas más curiosas que ha encontrado sobre el ejercicio dental en épocas pasadas?
Prof. Dr. J.R.A.- Hay muchas. Por ejemplo, los “sacamuelas” ambulantes que operaban en las plazas con músicos contratados para tapar los gritos de los pacientes. O el uso de orina como enjuague bucal en Roma, que motivó un lucrativo comercio. O también la creencia en el “gusano dental” como causa del dolor, una falacia que se mantuvo más de mil años. Son anécdotas que nos parecen absurdas, pero que revelan cómo la ciencia ha ido conquistando terreno frente al mito.
Hoy sabemos que la salud bucal está conectada con la salud general del cuerpo, pero ese camino ha sido largo, lleno de errores, avances y retrocesos. Es un reflejo de cómo evoluciona el conocimiento, es historia de la ciencia y también historia de la humanidad
DM.- ¿Cómo ha evolucionado el concepto de “salud dental” a lo largo de la historia, desde lo mágico y ritual hasta lo clínico y tecnológico?
Prof. Dr. J.R.A.- La salud dental pasó de ser un castigo divino o una maldición de espíritus malignos a entenderse como una cuestión médica, científica, pero con un componente social. Hoy sabemos que la salud bucal está conectada con la salud general del cuerpo, pero ese camino ha sido largo, lleno de errores, avances y retrocesos. Es un reflejo de cómo evoluciona el conocimiento, es historia de la ciencia y también historia de la humanidad.
DM.- ¿Qué aportes o descubrimientos en la historia de la odontología destacaría como hitos imprescindibles?
Prof. Dr. J.R.A.- La anestesia marcó, sin duda, un antes y un después. También lo fue la invención del torno dental, el descubrimiento del flúor, el uso de la radiografía para detectar caries o el conocimiento de la microbiota de la boca. Pero me parece especialmente relevante la profesionalización del dentista, la idea de que no cualquiera podía tratar una boca, de que hacían falta expertos bien formados, con base científica y habilidad clínica. Eso cambió todo.
DM.- El libro habla tanto de los dientes como de quienes los cuidan. ¿Qué papel ha jugado la figura del dentista en el cambio social?
Prof. Dr. J.R.A.- El dentista ha pasado de ser una figura temida o ridiculizada a representar una ciencia con plena autoridad y un alto nivel profesional. Su papel no es solo clínico, también es educativo y preventivo. Hoy es un experto que ayuda a mejorar la calidad de vida y eso ha transformado la relación con los pacientes. Han ganado respeto y también responsabilidad.
El papel del dentista no es solo clínico, también es educativo y preventivo. Hoy es un experto que ayuda a mejorar la calidad de vida y eso ha transformado la relación con los pacientes
DM.- ¿Qué cree que pueden encontrar los profesionales del sector dental en este libro que les haga mirarse a sí mismos desde otra perspectiva?
Prof. Dr. J.R.A.- Creo que encontrarán raíces. Un espejo donde verse como parte de una historia larga, compleja, llena de ingenio y humanidad. A veces, en la rutina diaria, se pierde la conciencia de estar insertos en una tradición y al mismo tiempo un proceso de descubrimiento y avance del que son también parte. Este libro puede ofrecerles una reconexión con esa historia. Y tal vez, me encantaría, renovar su vocación.
DM.- ¿Hay alguna lección del pasado que cree que no deberíamos olvidar en medio de tantos avances tecnológicos actuales?
Prof. Dr. J.R.A.- Sí: la importancia de no perder de vista a la persona, a un ser humano que sufre y pide ayuda. En muchos momentos de la historia, el afán de intervenir fue más fuerte que la empatía. Los odontólogos no tratan dientes, tratan personas. Hoy tenemos una tecnología extraordinaria, pero la escucha, el trato humano, la compasión... Eso sigue siendo irremplazable.
DM.- ¿Hay alguna figura histórica que le haya inspirado especialmente en la escritura de este libro?
Prof. Dr. J.R.A.- Sí, Pierre Fauchard, considerado por muchos el padre de la odontología moderna. Fue un visionario en el siglo XVIII, cuando aún se mezclaba lo médico con lo mágico. Su impulso por ordenar, sistematizar y enseñar lo que sabía fue profundamente inspirador. En muchos sentidos, fue un divulgador en su época.
DM.- ¿Tiene pensado continuar explorando la historia de la medicina desde otros ángulos?
Prof. Dr. J.R.A.- Sin duda. Cuando estoy terminando un libro empiezo a pensar ya en el siguiente, pero hay que dar tiempo al tiempo. Empiezo ahora la etapa de documentación y eso me suele llevar uno o dos años, pero también es bonita esa fase y hay muchas historias que merecen ser recuperadas, pero ahora la prioridad es que los lectores conozcan y disfruten esta “Historia de los dientes y de los dentistas”. Un libro solo tiene sentido por sus lectores.
DM.- Para finalizar, ¿qué le gustaría que los lectores se lleven al terminar su libro?
Prof. Dr. J.R.A.- Quisiera que terminen con una sonrisa —literal y metafórica—. Que hayan aprendido, sí, pero también que se hayan sorprendido y se hayan divertido. Con personajes como Edgar R. Parker, que ante las dificultades legales para publicitar su negocio odontológico se cambió el nombre a Painless Parker (Indoloro Parker, en español), nombre con el que fundó 30 clínicas, atendió a millones de pacientes y creó un sistema pionero de atención en cadena, que anticipaba los modelos corporativos actuales. Como dentista tuvo algunas prácticas discutibles, pero como referente del marketing médico fue, sin duda, pionero, agresivo, divertido y eficaz. ¡Todo un personaje!
Puede consultar esta entrevista al completo en el número 95 (Junio-Julio 2025) de DM Dentista Moderno o descargar el pdf aquí.
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